Actualmente, en la Argentina se estima que 20 millones de animales viven en la calle, entre ellos se encuentran los perros. Un Estado ausente, la falta de compromiso del sector privado y el vacío legal, son tres aspectos clave.

Mientras escribo estas líneas, hay cerca de 20 millones de animales sobreviviendo en la calle: sufriendo golpes de calor, hambre, atravesando enfermedades -y contagiándose entre sí-, agonizando y reproduciéndose incansablemente. Muchos de ellos nacen y mueren siendo invisibles por gran parte de la sociedad. Algunos, tienen la fortuna de cruzarse con personas que se involucran, desde hace muchos años, ante una problemática que existe y aumenta.

Es el caso de Mercedes, Patricia y María José, tres mujeres desconocidas entre sí, pero unidas por una misma misión: salvar vidas y luchar contra el maltrato animal. Las tres presiden distintas organizaciones sin fines de lucro, más conocidas como refugios.

“Somos mujeres como todas, que además de trabajar, estudiar, tener pareja, amigos e hijos, ponemos todo nuestro amor y dedicación en esto”, expresa Mercedes, presidente del Refugio Yo Adopto Argentina, ONG integrada por otras 7 jóvenes profesionales: Sofía (arquitecta), Alina (nutricionista), Mercedes (abogada), Camila (reportera gráfica), Florencia (emprendedora), Zaira (comediante), Griselda (médica) y Juliana (terapeuta holística).

LA PANDEMIA COMO OPORTUNIDAD

La pandemia del Covid-19 caló hondo en toda la sociedad y tampoco pasó inadvertida para el universo de los rescatistas. Durante el 2020, aumentaron significativamente las adopciones de animales de compañía debido a que las familias se encontraron aisladas y con disponibilidad de tiempo suficiente para cuidar de otro ser vivo. En contrapunto, y como consecuencia de las medidas sanitarias impuestas por el Gobierno, dejaron de funcionar muchos de los centros de castración gratuitos durante meses. Esto produjo, lógicamente, un crecimiento de la población animal que intensificó la labor de los proteccionistas.

Según una encuesta realizada en mayo de este año por la consultora Kantar División Insights, gran parte de las mascotas que conviven con los argentinos llegan al hogar por adopción (62%). El estudio también revela que el 29% de los argentinos sumó una mascota durante la pandemia.

UN ESTADO AUSENTE

Según las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS) World Society for Animal Protection (WSPA), la única manera de detener la sobrepoblación canina callejera es la esterilización y la educación ciudadana.

Días atrás, una ordenanza aprobada en la ciudad de La Plata sorprendió a propios y extraños. La medida establecía multas de hasta medio millón de pesos para quienes hicieran uso de pirotecnia sonora. Durante varios días, las redes sociales del Municipio platense estuvieron inundadas de imágenes de perros y gatos con la frase “andá pa’ allá con tu pirotecnia”, en alusión a los dichos de Lionel Messi después de la semifinal del Mundial contra Holanda.

Más allá de que los ruidos molestos son apenas una arista de las tantas que componen esta problemática (y que no afecta solamente a animales que están en situación de calle), hoy son muy pocos los gobiernos provinciales y municipales que recogen el guante. Y, ante la ausencia de políticas públicas, son los propios refugios y un sector de la sociedad los que activan para poder brindar soluciones.

“Los refugios no deberían existir si cada persona fuese responsable y si tuviéramos un estado presente donde se regule la cantidad de animales que hay en la calle, castrando en cada municipio y en cada centro de zoonosis”, manifiesta Patricia Alvarado, presidenta del Refugio “San Francisco de Asís”, ubicado en Cañuelas. Ella lleva 34 años dedicando su vida a los animales, a quien los define como su “razón de vivir”. Se inició como voluntaria a los 16 años, en Lomas de Zamora, y hoy lidera la Asociación, que alberga alrededor de 400 animales entre perros, gatos, caballos y otras especies.

¿VACÍO LEGAL O DESINTERÉS?

En Argentina existen leyes a favor de los animales, aunque la pregunta es: ¿se cumplen?. La Ley 13879, promulgada en el año 2008, tiene como principal objetivo lograr que los municipios y comunas de la Provincia de Buenos Aires alcancen un equilibrio de la población de perros y gatos, utilizando la esterilización quirúrgica como único método preventivo.

En la Ciudad de Buenos Aires funcionan centros de castración gratuitos, sin embargo, el número de nacimientos sigue superando ampliamente a la cantidad de castraciones realizadas en centros de zoonosis. La ecuación es simple: esterilizaciones masivas, menos animales en la calle. Pero para esto se necesita voluntad política y un Estado comprometido.

Mientras tanto, son las ONGs las que realizan campañas de castración con veterinarios de su confianza, quienes se encargan de combatir la superpoblación animal y su bienestar en todos los aspectos.

HOLANDA, UN OASIS EN EL MUNDO

Holanda es el único país reconocido como libre de perros abandonadosHolanda replicó las recomendaciones de la OMS acerca de controlar la superpoblación de animales. Para frenarlo, el gobierno asumió los gastos de las esterilizaciones y las castraciones a través de la creación del Dog Research, un plan de que consiste en recoger, esterilizar, vacunar, identificar y regresar.

Otra medida fue incrementar los impuestos a la gente que compraba perros de raza, fomentando la adopción frente a la compra para todos aquellos que buscan un compañero canino. Además, las penas se endurecieron con multas de hasta 3 años de cárcel y 16.000 euros por abandono y maltrato animal, y al mismo tiempo se creó un cuerpo policial específico para perseguir e investigar estos delitos.

DESAFÍOS Y NECESIDADES

La crisis económica no discrimina. El 76,6% de inflación anual -según datos del INDEC- golpea a todos los sectores. Y en este contexto, hay cada vez más abandono de animales consecuencia de los altísimos costos que conlleva hacerse cargo de ellos. A su vez, es cada vez más difícil sostener la estructura de los refugios ya que el 100% de sus recursos económicos provienen de donaciones y de acciones de recaudación que realizan las asociaciones como rifas, bingos o ferias.

Yo Adopto Argentina acumuló este último mes una deuda veterinaria de $400.000 debido a casos de extrema urgencia que requirieron especial atención. “Una sola noche de internación cuesta alrededor de $10.000 por cada rescatado, sumado a estudios, tratamientos, cirugías e insumos requeridos”, cuenta Mercedes. En la misma línea, Patricia confiesa que en su refugio tienen un gasto fijo de $795.000 al mes, únicamente de alimento balanceado, sin contar forrajes para los animales de granja y equinos, sueldos de cuidadores, alquiler del predio e insumos veterinarios.

“Uno de los grandes desafíos con los que luchamos día a día es el tema de la alimentación. Resulta muy difícil comprar el balanceado ya que aumenta todo el tiempo. Terminamos pidiendo ayuda en redes sociales y a gente conocida para poder seguir solventando los gastos”, admite Patricia.

Las entrevistadas coinciden en que es urgente educar a la sociedad y considerar a los animales seres sintientes: “Es necesario agregar al Plan de Estudio Nacional información sobre la importancia del respeto del hábitat de cada animal y la tenencia responsable de animales domésticos”, sostiene María José Sierra, quien junto a otras dos mujeres integra la ONG Santa Ramona Protectora. Además de rescatar y recuperar animales del abandono, ellas realizan campañas de castraciones a bajo costo y recorren barrios vulnerables de la Ciudad de Buenos Aires concientizando a los vecinos.

ANIMARSE A SER PARTE

Estas organizaciones tienen una necesidad en común: encontrar a personas que se animen, se sumen y se involucren. Diciembre, enero y febrero son meses difíciles. “Los rescatados no entienden de vacaciones, ni de fiestas de fin de año”, dice Mercedes, quien al igual que María José no cuenta con un lugar físico para sus rescatados, sino que funcionan con “hogares transitorios”: voluntarios que abren las puertas de sus casas durante un tiempo determinado para alojar a rescatados mientras el refugio se encarga de sanarlos para luego ser adoptados definitivamente. Sin tránsitos, no hay rescates.

“Yo ofrezco mi casa como hogar transitorio desde hace casi 5 años. Ver la transformación del animal desde que llega hasta que se va es muy emocionante y gratificante. Llegan llenos de miedo y en un estado de abandono terrible. Cuando se van les brilla la mirada, son otros perros”, cuenta Juan sobre su experiencia como transitante. Como dicen los refugios, “transitar es ser el puente entre la calle y un hogar”.

SI QUERÉS INVOLUCRARTE:

Yo Adopto Argentina: @yoadoptoargentina

Santa Ramona Protectora: @santaramonaprotectora

San Francisco de Asís: @refuasis

Fuente: ambito.com

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