¿Por qué nos oponemos a los refugios de perros?

Porque capturarlos es desvalorizante, porque encerrarlos es olvidarlos, porque hacinarlos es matarlos, creemos que los refugios de perros nunca son la solución.

Los refugios fomentan la irresponsabilidad en la gente, generando la imagen de animal descartable, los abandonos aumentan y se agrava el problema en las calles, descuidando así la salud pública de la sociedad. Son siempre más los que se acercan a abandonar que a adoptar y así cientos de perros pasan su vida esperando tras un tejido, porque ahí no tienen ni cuidador, ni cucha, ni paseos, ni juego con niñas y niños.

Mientras se malgaste en encerrar a los perros, no habrá recursos para castrarlos. Cientos nacerán sin la posibilidad de conseguir hogares y el lugar para esconderlos nunca alcanzará.

Una vez instalado un refugio o perrera existirá por siempre, mientras los funcionarios y las voluntarias y voluntarios irán cambiando, los animales quedarán presos en manos insensibles e indiferentes.

Como proteccionistas, aceptar este sistema nos hace cómplices de la desidia y avalar la creación, expansión o mejora de un refugio hace que fallemos en nuestro objetivo de protegerlos y defender sus derechos.

En todas las localidades donde hay refugios o perreras hace años la problemática empeoró notablemente, la localidad se atrasó y deshacer lo mal hecho se hace mucho más complicado.

Los lugares donde en un principio se pensó que podían contener a los perros se convierten rápidamente en hacinamiento, enfermedades, peleas y muerte.