El tema se ha elevado incluso a niveles filosóficos. Los científicos están cada vez más cerca de resolver cuánto nivel de consciencia tienen los animales.

Los peces sí sentirían dolor: científicos enfrentan una postura tradicional

Filósofos y científicos influyentes se suman a una premisa llamada neocartesianismo, en otras palabras, la opinión de que el dolor animal es aparente o moralmente insignificante. Sus difusores, principalmente, argumentan que el cerebro humano se diferencia del desarrollado por otras especies debido a la presencia de estructuras necesarias para mostrar ciertos sentimientos.

Kenneth Williford, del Departamento de Filosofía y Humanidades en la Universidad de Texas (Estados Unidos) y su equipo de expertos, en esta ocasión, han defendido que los peces sí podrían sentir dolor; inclusive afirman que las posibles pruebas en contra son “insostenibles”.

La discusión controvertida ha sido publicada en Philosophical Psychology, revista académica revisada por pares.

Según los autores de este documento, concluir que los peces son incapaces de captar el dolor, debido a la ausencia de regiones cerebrales parecidas a las del ser humano, es tan absurdo como decir que no pueden nadar porque no tienen brazos.

Con el objetivo argumentar sus posturas, el grupo de firmantes vigiló casos de lesiones cerebrales en humanos. Un paciente al que denominaron ‘Roger’ padecía una enfermedad que borró su ínsula anterior —subregión involucrada en la toma de decisiones, las emociones y la atención— en el hemisferio derecho, sin embargo, le quedó un poco en el hemisferio derecho.

Contrario a la lógica, el paciente permanecía sensible al dolor, por lo que tal sensación no dependería solo de una parte del cuerpo humano. Se infiere, entonces, que en el caso de los peces se daría una experiencia parecida de “resiliencia neuronal”.

Por otro lado, un estudio subido a la plataforma de Iscience, el 22 de febrero de 2021, había señalado que los pulpos responden al dolor de forma similar a los mamíferos.

La neurobióloga Robyn Crook, de la Universidad Estatal de San Francisco, dedicó varios años de su vida a esta investigación. De acuerdo a sus observaciones, aquellos cefalópodos responden reflexivamente a estímulos nocivos y aprenden a evitar los daños. En un experimento, los pulpos recibieron ácido por intermedio de una inyección en uno de sus brazos; luego no quisieron regresar a la cámara donde se les aplicó la dosis.

Para los firmantes del artículo reciente, con el título “Contra el neocartesianismo: resiliencia neurofuncional y dolor animal”, muchas especies sufren dolor negativo y eso explica su comportamiento en reiterados casos.

Fuente: larepublica.pe

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