Una tarde salí del lugar donde trabajo (esquina Obispo Oro/ Chacabuco) para hacer un mandado y fue cuando vi a quien sería el amor de mi vida, un pichón de paloma despeinado y feo que saltaba desesperadamente pero no podía volar. Me di cuenta que en el suelo estaba indefenso por que estimo que tenía…

Una tarde salí del lugar donde trabajo (esquina Obispo Oro/ Chacabuco) para hacer un mandado y fue cuando vi a quien sería el amor de mi vida, un pichón de paloma despeinado y feo que saltaba desesperadamente pero no podía volar. Me di cuenta que en el suelo estaba indefenso por que estimo que tenía menos de un mes de vida y los nidos estaban altísimos, por que es zona de edificios. Así que lo hice entrar en una caja y nos vinimos juntos en colectivo a mi casa.

Los dos primeros días, no comía ni bebía, me di cuenta de que tenia que obligarlo, para que no se debilitara. Asi que durante una semana varias veces al día le daba jeringas de nestúm con agua. Era una lucha, el no mostraba hambre y no quería abrir el pico nunca, no era como los videos de youtube que yo miraba para aprender.

Pero si no hacía eso el no se alimentaba solo. Al séptimo día todo cambió, por primera vez me pidió comer, recién ahí le conocí la voz, un reclamador chillido. Con el tiempo comió solo y cada vez mezclas mas sólidas hasta llegar a la semilla, a la cual entre nosotros le decimos “mimilla”.

Cuidar de un pichón exige mucho esfuerzo, me acuesto y me levanto muy temprano porque a las aves les gusta esa rutina, tengo que limpiar mucho porque el cambia las plumas seguido y hace en grandes cantidades lo que yo llamo “caquita santa” pero todo ese trabajo empezó a verse más que recompensado por su lealtad y amor. Aunque el está en libertad y vuela a donde quiere, siempre regresa a mi patio.

Algo muy lindo fue cuando entre sus plumas empezaron a aparecer los destellos, plumas verdes y rosas tornasoladas y un adorno blanco en su pico. El pichón despeinado se convirtió en un príncipe, mi príncipe. Llego el verano y yo empecé a bañarme en la pileta, jamás me imagine que también en eso iba a seguirme, pero así fue, cuando me ve en el agua el se da un chapuzón conmigo, tengo que cuidar mucho que no se ahogue pero es increíble.

Muchos me criticaron diciéndome que estaba interfiriendo con la naturaleza, que jamás debí traérmelo en un colectivo, que para qué lo obligaba a comer si lo que quería el ave era morirse, que yo era una sucia por vivir con una paloma, pero no me arrepiento de nada, esta paloma tiene nombre y es Pempior, y es el amor de mi vida.

  • Escrito por: Febe García
  • Localidad: Córdoba – Córdoba

Las opiniones vertidas en este escrito son de exclusiva autoría y responsabilidad de Febe García; y no representan necesariamente el pensamiento de Fundación VIDANIMAL

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