Viva visitó refugios donde salvan y sanan animales que otros descartaron porque no les sirven como comida o ayuda.

Esperanza era apenas una potranca esa noche de 2013 en que parecía desangrarse. Su pata había quedado atrapada en un alambre de púa, en un intento por escaparse de aquellos hombres.

Solo quería liberarse de ellos e ir con su mamá. Tironeó varias horas, hasta perder el pie. Mientras tanto, a su madre Cleopatra, se la llevaban a una faena, en el Partido de la Costa, provincia de Buenos Aires.

Cleopatra formó parte del gran porcentaje de los equinos que en ese entonces y en la actualidad, en la Argentina, terminan sus días en un frigorífico.

Todos engrosan la terrible cifra que reveló en 2020 el documental Cinco Corazones –en el que puso su voz la defensora de los derechos de los animales Liz Solari– : 200 mil equinos son faenados cada año.

Cuando unos rescatistas encontraron a Esperanza a la mañana siguiente, pensaron que su historia ya estaba escrita.

Sabían que la única chance era la amputación, pero el riesgo era mucho y nadie la quería hacer.

Apareció en escena el CRRE (Centro de Rescate y Rehabilitación Equino), una ONG de Magdalena, provincia de Buenos Aires, con apenas un año de vida, pero con la idea clara de que la pequeña yegua merecía otra oportunidad.

Luego de mucho buscar, dieron con Edgardo Di Santo, un veterinario que se animó al procedimiento.

La operación se hizo a campo abierto porque ni universidades ni veterinarias la querían en sus quirófanos.

Pero Esperanza era mucho más que un nombre y cuando pasó el efecto de la anestesia, se paró sola, para empezar su segunda vida.En CRRE (Centro de Rescate y Rehabilitación Equino), en Magdalena, provincia de Buenos Aires, los caballos son salvados y sanados. Fotos Martín Bonetto.

En CRRE (Centro de Rescate y Rehabilitación Equino), en Magdalena, provincia de Buenos Aires, los caballos son salvados y sanados. Fotos Martín Bonetto.

“Estaba destinada a que saliera todo bien, porque es quien tenía que marcar el camino, que esto era posible. No tuvo ninguna de las complicaciones que suelen aparecer en un caballo amputado”, nos cuenta Florencia Sampietro, presidenta y veterinaria de la institución.

Florencia atropella sus palabras en su entusiasmo, recordando cuando la vio caminar por primera vez.

Yo siempre supe que se iba a poner de pie. Aunque todos nos decían que no se iba a levantar más. Al poco tiempo, hasta corría sin prótesis”, dice.

Y rememora: “Nunca pasó por mi cabeza que no lo iba a lograr. Si hubieses visto sus ganas de vivir, aun con la pierna destrozada y el hueso expuesto, entenderías”.

Nueve años después, Esperanza tiene una vida plena y feliz. Completamente adaptada a la nueva pata, fue la primera de más de 30 caballos amputados que salvaron.

Hoy, es reina en el campo de Magdalena. Apadrinada por quienes le consiguen las prótesis anuales, se transformó en lazarillo de otras yeguas que están ciegas, y en símbolo de animales y rescatistas, hace casi una década.

Si bien en el campo hay equinos con diferentes patologías, lo que más llama la atención son los que llevan prótesis en las patas.

Principalmente porque rompen con la idea instalada de que un caballo quebrado es igual a un caballo sacrificado.

Al respecto, Ivana Cespi –también del CRRE– cuenta: “Vivimos en un mundo que entiende a los animales desde su uso. Un caballo amputado ya no se puede montar ni utilizar, por lo tanto se descarta. Pareciera que si no generan ganancias, esos animales dejan de importar”.Los cuidados que requiere un animal con prótesis. Foto: Martín Bonetto

Los cuidados que requiere un animal con prótesis. Foto: Martín Bonetto

Esto es moneda corriente en muchas zonas de la provincia de Buenos Aires –con el municipio de Quilmes a la cabeza–, donde la tracción a sangre se mantiene como una práctica común y la cantidad de caballos muertos y heridos que son rescatados de las peores condiciones crece cada día.

Cespi revela que las intervenciones como la que pasó Esperanza son “perfectamente realizables, como lo son para seres humanos y otros animales”, que el problema no es su complejidad sino esos animales que “ya no podrán usarse para generar beneficios económicos.”

Y agrega: “Muchos nos preguntan de qué sirve un caballo así, pero olvidan que atrás de eso hay una vida, que no merece apagarse de esa forma. Nosotros –explica– buscamos terminar con esa mirada antropocentrista, para mostrar que ellos están en la Tierra y son seres sintientes igual que nosotros. Pasa que hacer ese clic no es fácil para algunos humanos”.

Hoy la yegua esperanza tiene una vida plena y feliz. es la primera de 30 caballos amputados que se salvaron.

Florencia denuncia que esa óptica disruptiva lo es hasta dentro de la comunidad veterinaria. “Una sale de la facultad con esa idea de que los animales tienen un rol solo para ‘consumo’ y si no sirven, entonces hay que eliminarlos, porque generan un gasto.”

Hoy, el CRRE, bajo la dirección de su jefe de veterinarios Juan Núñez, no solo realiza las intervenciones, sino que capacita a veterinarios y estudiantes, que asisten en las cirugías en esta nueva mirada no antropocéntrica. Además, ahora están tras el sueño de un hospital equino y un quirófano propio, “un sueño lento pero inmenso”, segúnCespi.Esperanza es una yegua recuperada. Lograron operarla con éxito y volvió a ponerse de pie. Foto: Martín Bonetto.

Esperanza es una yegua recuperada. Lograron operarla con éxito y volvió a ponerse de pie. Foto: Martín Bonetto.

Ivana y Florencia invitan a quienes quieran acercase tanto para adoptar como para colaborar a comunicarse con sus redes sociales o su página web (Instagram: @caballos_crre o web: centrocrre.org).

“Quien quiera colaborar –anuncia Sampietro– vivirá ese vínculo con los caballos desde un lugar de igualdad, sin sometimiento, simplemente para mejorarse la vida mutuamente”.

Y completa: “Cuando ves cómo se recupera un ser tan enorme y noble; que llega débil, desgarrado y herido, te vas completamente sanado por dentro vos también. Es mutua la cura”.

En relación a esta simbiosis entre personas humanas y no humanas, Ivana suma: “Cada persona se lleva algo diferente de la relación con un animal. Ellos son un reflejo de lo que nos pasa a nosotros. En cada caballo vas a ver lo hermoso y los miedos que tengas dentro: te ves”.

En tanto, la directora habla de una “conexión ancestral y sanadora”, entre humanos y los caballos.

Y cierra de forma contundente: “A mí ellos me salvaron la vida. Yo pasé cosas muy traumáticas y ellos me ayudaron a seguir estando acá. Así de fuerte es el vínculo”.

Jacko: el encadenado

Desde que nació –un dogo argentino de ley–, Jacko vivió limitado en el mundo que se reducía a la circunferencia que formaban 3 metros de correa. Fueron 4 años en los que en ese espacio acotado, dormía, comía, defecaba y orinaba.Alejandro Lucas Gallardo y su perro rescatado, Jacko, maltratado por su dueño anterior. Foto: Martín Bonetto.

Alejandro Lucas Gallardo y su perro rescatado, Jacko, maltratado por su dueño anterior. Foto: Martín Bonetto.

Cuando las chicas de la agrupación Las Antonias ( IG:@lasantonias.rescates) hicieron su salvataje de un barrio de emergencia de Lomas de Zamora, apenas pasaba los 20 kilos.

Sufría una desnutrición severa y sus propios huesos lastimaban su piel, al no tener prácticamente musculación y carne. En efecto: era piel y hueso.

Natalia Napal, una de las referentes de la agrupación, nos cuenta que fue un rescate de los que más la conmovió.

“No solo por cómo estaba clínicamente, sino por lo emocional. Era un perro que vivía a la defensiva, se ponía muy violento si veía chicos jugando a su alrededor. Se notaba que había sufrido mucho”, dice.

Las Antonias se encargan de salvar animales en situaciones de emergencia, recuperarlos y hacer de nexo para la adopción.

Según datos del Colegio de Veterinarios de la provincia de Buenos Aires, son más de 6,5 millones de perros y gatos los que sobreviven a la indiferencia y el abandono en las calles.

Y algunos, como el caso de los dogos y los pitbulls que son utilizados en peleas clandestinas deben enfrentarse, además, al flagelo de la mala fama de la raza que los convierte –para la opinión pública– en animales peligrosos.

“El caso de Jacko llevó un proceso de adaptación muy arduo. Era un animal que había que enseñarle a socializar, a no temerle a los humanos, para eso convocamos a profesionales específicos”, explica.

Pasó por algunos lugares de tránsito. Duraba poco: lo devolvían porque no sabían cómo hacer para ayudarlo.

“A veces –cuenta– aparecen posibles adoptantes, que creen que solo es alimentar el perro y que crezca. Ese concepto quedó en desuso. Animales como Jacko y el resto también no necesitan solo engordar, sino aprender a vivir con gente. Están siempre desconfiados y creen que todos quieren lastimarlo.”

El dogo Jacko pesaba 20 kilos, era piel y hueso. había sufrido mucho. Vivía temeroso, hubo que enseñarle de nuevo a socializar.

Luego de varios intentos, tuvo la oportunidad de tener un adiestrador (facilitado por la agrupación). Alejandro Gallardo, de General Rodríguez, fue el elegido para adoptar al difícil Jacko.

El comerciante de 35 años, que se había conmovido con la historia por redes sociales, cumplía con todo lo requerido para la tarea.

Necesitábamos alguien que se comprometiera a ayudar en el proceso de rehabilitación, mediante un profesional. Y que además demostrara carácter, para manejar un animal de esas características; es un dogo. Él mostró poder hacerlo”, rememoró Napal.

Alejandro cuenta que después de un año, “la adaptación mutua es total” y que siente que “se sacó la lotería” con su compañero canino y arriesga: “Solo espero que él piense lo mismo de mí”.

Sin embargo, al rememorar en más profundidad, reconoce que los primeros momentos no fueron fáciles, tratándose además de un animal que sufrió tantos rechazos.

“Es un macho muy grande y dominante. Había que enseñarle a recibir amor y marcarle límites al mismo tiempo. Fue todo un proceso”, subraya como si hablara de la educación de una persona humana.

El proceso de adaptación más fuerte, duró algo más de un mes. En ese tiempo, Gallardo destaca la “importancia del seguimiento constante que me dieron desde Las Antonias”.

Pero, sobre todo, hace foco en el rol del adiestrador: “Los adiestradores muchas veces no son muy tenidos en cuenta, pero hacen un trabajo fundamental que cualquier persona que quiere tener un animal debería saber”.

Hay dos puntos en los que Gallardo hace especial hincapié para quien quiera hacer un camino parecido a él.

Uno es “la necesidad de estar listos para recibir un animal que merece vivir con lo mejor que le podamos dar”, y otro, la idea de adoptar un animal, en lugar de comprarlo.

“A veces –subraya–, veo gente que gasta un montón de plata en comprar un animal de raza pura, lo cual me parece bien, pero yo recomendaría que esos mismos animales se puedan adoptar y con esa plata conseguir un buen adiestrador que los guíe, en cuestiones como el trato y la compra de alimentos balanceados de calidad. De ese modo, tanto el ser humano como el animal se van preparando para convivir de una manera mucho más enriquecedora para todos.”

Todo empezó con una paloma

Martín Cornide es sobreviviente de la tragedia de Cromañón y mientras estuvo internado tras haber inhalado el humo que se generó en el boliche, estableció un vínculo con una paloma que lo ayudó a comprender el verdadero significado de la empatía y la necesidad de ayudar a los sin voz.

Encontró a Dique (sic) en un islote de basura en la escollera Roggero de la reserva natural Los Robles, partido de Moreno, y se hizo una primera pregunta: “¿Cómo nadie lo vio?”.Martín Conride, sobreviviente de Cromañón, con los dos animales que salvó y con los que convive: el perro Dique y el cerdo Diosito. Foto: Martín Bonetto.

Martín Conride, sobreviviente de Cromañón, con los dos animales que salvó y con los que convive: el perro Dique y el cerdo Diosito. Foto: Martín Bonetto.

Pasaba en bicicleta cuando la curiosidad o el destino le hicieron prestar atención a algo que apenas se movía en el agua, entre bolsas y cartones.

Inmediatamente, bajó 20 metros por el terraplén, hasta que llegó a la orilla. Era un perrito prácticamente mimetizado entre los residuos. Estaba desnutrido y muy sediento.

Hacía por lo menos tres semanas que no comía (según le dijeron luego los veterinarios) y sobrevivía tomando agua podrida de charcos.

“Cuando lo llevaba a una veterinaria, pensaba que la culpa no era solo del que lo había abandonado, sino de todos los que pasaron y no lo vieron”, cuenta este realizador de eventos del Oeste bonaerense, de 34 años ( IG: @martincornide), que desde muy chico ayudaba a los animales, pero siempre lo hacía en silencio y por su cuenta.

Reconoce que el caso de Dique le hizo entender otra perspectiva, principalmente desde lo comunicativo.

“Yo no quería saber nada con las redes sociales. Estaba negado a eso, pero Dique me mostró que se puede ayudar a otros a ver y desde esa manera hacer que la empatía se multiplique.”

Los caballos con prótesis llaman la atención porque rompen con la idea de que caballo quebrado es igual a animal sacrificado.

Decidió abrirse una cuenta de Instagram y la inauguró con ese rescate. La historia se empezó a hacer viral y lo que pasó de ahí en más fue multiplicador.

Hoy tiene casi 40 mil seguidores. Entre los que hay personalidades que van desde Nicolás Tagliafico y Pablo Granados a Nancy Duplaá, Dany “La Chepi” y Silvina Escudero.

“Aunque no lo creas, historia que subo, historia que lleva a cientos de rescates de seguidores desconocidos. El efecto expansivo es inmediato”, subraya.

Incluso Tagliafico, lateral del Ajax de Ámsterdam, al ver sus publicaciones, le hizo llegar una camiseta firmada para sortear, con la cual se recaudarán fondos para los animales del barrio 1-11-14 de CABA.Paola Palacín, rescatista del CRRE, vigila la cura del potrillo Lúpin, que no podía pararse. Foto: Martín Bonetto.

Paola Palacín, rescatista del CRRE, vigila la cura del potrillo Lúpin, que no podía pararse. Foto: Martín Bonetto.

“Dique –explica– me rescató de un hermetismo que me hacía totalmente anti-redes sociales, solitario. Las odiaba. Para mí las relaciones eran presenciales o nada. Gracias a él, rompí ese paredón limitante y pude abrir ahí una ventana hacia la virtualidad y la comunicación noble y transparente.”

Aprendió que con el dramatismo y la desesperación no se consigue mucho. “Hay que tratar de no espantar gente. La mayoría de las páginas anuncian ‘Ayuda’, ‘Urgente’, ‘Se Muere’. Yo quería funcionar más como caballo de Troya, siendo que las redes están hechas para el ocio. Buscan la felicidad. Si yo lo lleno de algo muy duro, no sé cuánto va a funcionar la idea de contagiar la idea del amor animal”, puntualiza.

Dique fue la punta del árbol genealógico. No tiene idea cuantos animales se salvaron gracias a su historia”, cuenta.

Si en algo confluyen todos los entrevistados, es que los rescates nunca son unidireccionales. Sino un proceso de sanación recíproco y definitivo. “Quizás creemos que somos nosotros quienes rescatamos a un animal, pero a veces él nos rescata a nosotros”, cierra el joven de Moreno, mientras Dique salta de sus brazos y comienza a correr por un enorme parque, entre chanchos, perros y gallinas, también salvados.

Fuente: Clarín

Comentarios

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

  • Un programa de castración público y gratuito evitaría animales en las calles
  • Un programa de castración público y gratuito evitaría roturas de bolsas de basura
  • 9 de cada 10 cachorros nunca encontrarán un hogar
  • Un programa de castración público y gratuito evitaría siniestros de tránsito
  • Un programa de castración público y gratuito evitaría el abandono
Banner gif Doná para una castración

Últimas noticias

Banner Ministerio de La Producción La Pampa

Categorías

Archivos

Banner animado Doná por MercadoPago